¡No, esclava otra vez si que no!”. Sarah (supermodelo)
“Mujeres
chinas y japonesas están rechazando sus rasgos. Quieren tener la silueta de las
actrices de Hollywood y las modelos occidentales. Quieren ser Barbies y por eso
se están haciendo cirugías para cambiar el contorno de sus ojos, labios y
nariz”. Y yo que me creía que lo
había escuchado todo…
A tales extremos
llega la obsesión de quienes siguen a cualquier precio las tendencias
de esos dos grandes pilares de la belleza:
la moda y la estética. Nadie como ellas
se ha servido con cuchara grande de los beneficios que reportan la explotación
de las inseguridades humanas. Entre cremas, quirófanos y telas, miles y miles
de mujeres de todas partes del mundo, se desviven por alcanzar un patrón de
perfección total y la juventud perpetua.
Ni las modelos se
salvan. Es un secreto a voces que tras la fachada de glamour y fashion, muchas,
no solo se pasean por el quirófano, sino que practican rituales altamente
peligrosos para su salud. Irónicamente, muy pronto son consideradas viejas para
el negocio y por ende descartadas por la industria que nos explota a todas (incluso
a las que tanto dinero les hacen ganar).
Demasiada gente
inscrita en una demencial carrera, cuyo premio es el ajuste a un patrón que de
manera natural cumple menos de un 2% de los terrícolas, muchos de los cuales
tampoco se siente conforme. Por eso, al día de hoy, la OMS (Organización Mundial
de la Salud) estima que más de un 20% de la población mundial padece algún
trastorno psicológico relacionado con la imagen. Este es el saldo:
ANOREXIA: El
1% se enferma gravemente porque deja de
comer para no engordar (70 millones de personas).
BULIMIA: El 3%
se provoca el vómito al instante siguiente de haber comido (210 millones de
personas). Aquí se cuentan muchos comedores compulsivos, que tras los atracones
experimentan sentimientos de culpa y se inducen el vómito.
VIGOREXIA: El 1%
desvirtúa la sana práctica del ejercicio,
llevándola a extremos peligrosos (70
millones de personas).
FANATICOS
DEL QUIROFANO: El 5% está obsesionada con la cirugía plástica (350
millones de personas). Hablamos de gente que no se conforma con corregir o
mejorar, sino que modifican cada pulgada del cuerpo que la cartera le permite.
COMPRADORES
COMPULSIVOS: El 10% adquiere objetos sin los cuales sienten que no
pueden vivir y de los cuales se aburren en un brevísimo tiempo. (700 millones
de personas).
ADICTOS
A CREMAS Y OTROS: No conseguí los números de quienes se
embadurnan con cuanto potingue aparezca, pero me sorprendió descubrir que
muchas de las ‘cremas milagrosas’ contienen componentes altamente nocivos para
la salud, pero se venden sin restricción alguna y con el aval de ‘expertos’.
También están las sustancias cuya administración corresponde a especialistas
calificados y que muchos se las hacen aplicar por charlatanes desaprensivos,
pagando después un muy alto precio (y aquí no hablamos
de dinero.
Ciertamente que la
belleza es salud. Que la procuremos es nuestro derecho y habla del amor y
cuidado hacia nuestra persona, pero si nos obsesionamos,
sacrificando nuestro bienestar en su búsqueda obsesiva,
la convertimos en una abominación.
Algunas reflexiones
extraídas del libro: La dictadura de la
belleza (la revolución de las mujeres).
Preguntémonos cuál es la responsabilidad
de los medios, de las agencias de modelos y de la industria de la belleza en la
destrucción colectiva del placer de las mujeres. El culto al cuerpo súper flaco difundido por los medios está generando una
sicosis social colectiva que asesina la autoestima y autoimagen de niños y
adultos (inclusive hombres).
En niñas y adolescentes, el patrón
enfermizo de belleza afecta las áreas más importantes de su personalidad. Desde
temprano ellas dejan de sentirse bellas y atrayentes, y pasan a ser controladas
por el deseo asfixiante de ser lo que no son.
El PIB (patrón inalcanzable de belleza)
es una masificadora internacional violación de los derechos de la mujer donde
las mujeres son colocadas en un campo de concentración dictatorial.
Cuando una lectora o espectadora observa
la portada con la imagen de una mujer súper flaca que es señalada como ejemplo
consagrado de belleza en revistas, periódicos, TV, cine, esas imágenes son
archivadas de manera automática en su inconsciente.
La imagen trabajada artificialmente en
las fotos constituye a producir un patrón tiránico de belleza. Las propias
modelos ambicionan tener la belleza con la cual salen en las fotos. La paranoia
es general.
Investigaciones indican que las Barbies,
al tiempo que transmitían feminidad, vendían un estereotipo de belleza irreal
que entraba en el inconsciente colectivo de las niñas y contrastaba con la
imagen real que poseían.
Investigadores detectaron que luego de
que la TV pasó a exhibir mujeres delgadas y con belleza inusual en las Islas
Fijis, las nativas comenzaron a hacer dietas y presentar trastornos
alimenticios como anorexia y bulimia, que antes eran prácticamente inexistentes
en la isla.
Al mirarse al espejo, las mujeres valoran
más sus defectos que sus cualidades, pues se ven a través de las ventanas
enfermizas que construyeron en su mente.
La peor dictadura es la que nos controla
por dentro, la que distorsiona nuestra crítica y nuestra percepción de la
realidad.
Todo estereotipo es un patrón rígido,
exclusivista y enfermizo.
La belleza está
en los ojos de quien observa. Quien se ve bella lo será aunque esté fuera del
patrón neurótico de belleza.
“Cada
mujer es linda a su modo, tiene su forma
especial de ser, su anatomía propia, por lo que debe amarse, contemplarse y
disfrutar de la vida intensamente. Debe mirarse al espejo sin miedo, sin
rechazarse y admirando su belleza y fuerza interior, porque sentirse bella es
un estado del espíritu, un entrenamiento de la emoción, un ejercicio
intelectual y afectivo de los ojos de quien observa. No estamos diciendo que
las mujeres deban dejar de hacerse cirugías plásticas, peeling, lifting o
botox, pues somos libres para escoger y conquistar lo que nos de placer. Pero
si debemos tener la plena consciencia de que la eterna juventud no existe.
Podemos ser eternamente jóvenes en nuestro espíritu, en el anfiteatro de
nuestras mentes. Envejecer físicamente es nuestro destino, vivir feliz y con
dignidad debe ser nuestra meta”. Augusto Cury
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