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domingo, 4 de noviembre de 2012

Espejito, espejito

Mujer-y-autoimagen
¡No, esclava otra vez si que no!”. Sarah (supermodelo)

 “Mujeres chinas y japonesas están rechazando sus rasgos. Quieren tener la silueta de las actrices de Hollywood y las modelos occidentales. Quieren ser Barbies y por eso se están haciendo cirugías para cambiar el contorno de sus ojos, labios y nariz”.  Y yo que me creía que lo había escuchado todo… 

A tales extremos llega la obsesión de quienes siguen a cualquier precio las tendencias de esos dos grandes pilares de la belleza: la moda y la estética. Nadie como ellas se ha servido con cuchara grande de los beneficios que reportan la explotación de las inseguridades humanas. Entre cremas, quirófanos y telas, miles y miles de mujeres de todas partes del mundo, se desviven por alcanzar un patrón de perfección total y la juventud perpetua.

Ni las modelos se salvan. Es un secreto a voces que tras la fachada de glamour y fashion, muchas, no solo se pasean por el quirófano, sino que practican rituales altamente peligrosos para su salud. Irónicamente, muy pronto son consideradas viejas para el negocio y por ende descartadas por la industria que nos explota a todas (incluso a las que tanto dinero les hacen ganar).

Demasiada gente inscrita en una demencial carrera, cuyo premio es el ajuste a un patrón que de manera natural cumple menos de un 2% de los terrícolas, muchos de los cuales tampoco se siente conforme. Por eso, al día de hoy, la OMS (Organización Mundial de la Salud) estima que más de un 20% de la población mundial padece algún trastorno psicológico relacionado con la imagen.  Este es el saldo:

ANOREXIA: El 1%  se enferma gravemente porque deja de comer para no engordar (70 millones de personas).

BULIMIA: El 3% se provoca el vómito al instante siguiente de haber comido (210 millones de personas). Aquí se cuentan muchos comedores compulsivos, que tras los atracones experimentan sentimientos de culpa y se inducen el vómito.

VIGOREXIA: El 1% desvirtúa la sana práctica del  ejercicio, llevándola a  extremos peligrosos (70 millones de personas).

FANATICOS DEL QUIROFANO: El 5% está obsesionada con la cirugía plástica (350 millones de personas). Hablamos de gente que no se conforma con corregir o mejorar, sino que modifican cada pulgada del cuerpo que la cartera le permite.

COMPRADORES COMPULSIVOS: El 10% adquiere objetos sin los cuales sienten que no pueden vivir y de los cuales se aburren en un brevísimo tiempo. (700 millones de personas).

ADICTOS A CREMAS Y OTROS: No conseguí los números de quienes se embadurnan con cuanto potingue aparezca, pero me sorprendió descubrir que muchas de las ‘cremas milagrosas’ contienen componentes altamente nocivos para la salud, pero se venden sin restricción alguna y con el aval de ‘expertos’. También están las sustancias cuya administración corresponde a especialistas calificados y que muchos se las hacen aplicar por charlatanes desaprensivos, pagando después un muy alto precio (y aquí no hablamos de dinero.

Ciertamente que la belleza es salud. Que la procuremos es nuestro derecho y habla del amor y cuidado hacia nuestra persona, pero si nos obsesionamos, sacrificando nuestro bienestar en su búsqueda obsesiva, la convertimos en una abominación. 

Algunas reflexiones extraídas del libro: La dictadura de la belleza (la revolución de las mujeres).

Preguntémonos cuál es la responsabilidad de los medios, de las agencias de modelos y de la industria de la belleza en la destrucción colectiva del placer de las mujeres. El culto al cuerpo súper flaco difundido por los medios está generando una sicosis social colectiva que asesina la autoestima y autoimagen de niños y adultos (inclusive hombres).

En niñas y adolescentes, el patrón enfermizo de belleza afecta las áreas más importantes de su personalidad. Desde temprano ellas dejan de sentirse bellas y atrayentes, y pasan a ser controladas por el deseo asfixiante de ser lo que no son.
El PIB (patrón inalcanzable de belleza) es una masificadora internacional violación de los derechos de la mujer donde las mujeres son colocadas en un campo de concentración dictatorial.

Cuando una lectora o espectadora observa la portada con la imagen de una mujer súper flaca que es señalada como ejemplo consagrado de belleza en revistas, periódicos, TV, cine, esas imágenes son archivadas de manera automática en su inconsciente.

La imagen trabajada artificialmente en las fotos constituye a producir un patrón tiránico de belleza. Las propias modelos ambicionan tener la belleza con la cual salen en las fotos. La paranoia es general.

Investigaciones indican que las Barbies, al tiempo que transmitían feminidad, vendían un estereotipo de belleza irreal que entraba en el inconsciente colectivo de las niñas y contrastaba con la imagen real que poseían.

Investigadores detectaron que luego de que la TV pasó a exhibir mujeres delgadas y con belleza inusual en las Islas Fijis, las nativas comenzaron a hacer dietas y presentar trastornos alimenticios como anorexia y bulimia, que antes eran prácticamente inexistentes en la isla.

Al mirarse al espejo, las mujeres valoran más sus defectos que sus cualidades, pues se ven a través de las ventanas enfermizas que construyeron en su mente.

La peor dictadura es la que nos controla por dentro, la que distorsiona nuestra crítica y nuestra percepción de la realidad.

Todo estereotipo es un patrón rígido, exclusivista y enfermizo.

La belleza está en los ojos de quien observa. Quien se ve bella lo será aunque esté fuera del patrón neurótico de belleza.

“Cada mujer es linda a su modo, tiene su forma especial de ser, su anatomía propia, por lo que debe amarse, contemplarse y disfrutar de la vida intensamente. Debe mirarse al espejo sin miedo, sin rechazarse y admirando su belleza y fuerza interior, porque sentirse bella es un estado del espíritu, un entrenamiento de la emoción, un ejercicio intelectual y afectivo de los ojos de quien observa. No estamos diciendo que las mujeres deban dejar de hacerse cirugías plásticas, peeling, lifting o botox, pues somos libres para escoger y conquistar lo que nos de placer. Pero si debemos tener la plena consciencia de que la eterna juventud no existe. Podemos ser eternamente jóvenes en nuestro espíritu, en el anfiteatro de nuestras mentes. Envejecer físicamente es nuestro destino, vivir feliz y con dignidad debe ser nuestra meta”. Augusto Cury 

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