La guerrera descansa

 

Hay mujeres para quienes la palabra víctima no forma parte de su diccionario. No se rinden a la dificultad y cuando les toca piso, no se dejan estar ahí demasiado tiempo; si se caen 100 veces, se levantan 101. Ellas ostentan el silente orgullo de saberse a la altura en esas situaciones en las que, al mejor estilo Rambo, toca ponerse el cuchillo en la boca. Y es bueno (muy bueno) que así sea. 

Reventando la burbuja

“Ser pobre, gay, tener SIDA y pertenecer a la raza negra me garantizan las peores condiciones de vida. Yo soy todo eso y para colmo soy mujer”. Anónimo.

Recuerdo como la primera vez que escuché la palabra ‘ablación’ la curiosidad se me transformó en horror y deseé no haberlo averiguado. Me parecía inconcebible que en este mundo (y en esta época)  existan lugares donde las mujeres son mutiladas porque lo exige una cultura que les prohíbe el derecho al placer sexual. 

Eva y la cultura

“Ella es la hija, la madre, la amiga, la esposa / novia / amante, y antes que todo, ella es Mujer”. Saguaro

Cuando todo comenzó, al hombre y a la mujer le fueron asignados sus correspondientes misión-destino y cada uno fue diseñado con lo necesario para cumplirlos. El tendría que proveer y ella tendría que parir, criar y cuidar del hogar. Al principio todo estuvo bien, pero en algún momento surgieron los conflictos por el poder. Sospecho que Eva pronto supo que quien llegó primero estableció las reglas del juego (muy a su conveniencia). También sospecho que fue la primera en pensar que cuando las reglas del juego no son justas, entonces debe haber cambios.

¿Qué queremos las mujeres?

El común de los hombres suele quejarse de que todas las mujeres somos presa de la caprichosa influencia de nuestras emociones y hormonas, y por ende, tan imprevisibles como incomprensibles. Tenemos desde la simple y manoseada: “ustedes son un lío, no hay quien las entienda”, hasta la muy original: “comparadas con la teoría de la relatividad o con cualquier ejercicio de física cuántica, ustedes quedan por encima”.