El
común de los hombres suele quejarse de que todas las mujeres somos presa de la
caprichosa influencia de nuestras emociones y hormonas, y por ende, tan
imprevisibles como incomprensibles. Tenemos desde la simple y manoseada:
“ustedes son un lío, no hay quien las entienda”, hasta la muy original:
“comparadas con la teoría de la relatividad o con cualquier ejercicio de física
cuántica, ustedes quedan por encima”.
Y si, la sintonía
que tenemos con nuestras emociones y con los ciclos de nuestros cuerpos, es la
razón por lo que aún la más práctica es en esencia compleja. Pero de ninguna
manera implica que no sepamos lo que queremos. Por el contrario, es
precisamente gracias a esa conexión que cuando queremos realmente algo lo sabemos con la totalidad de nuestro ser.
Las mujeres
queremos muchas cosas, desde la paz mundial, hasta la erradicación de la
hambruna (suena lindo y lo dicen
siempre las reinas de belleza), pero por sobre todo, lo que más queremos es ser
las dueñas nuestras vidas.
“¿Qué desea
realmente una mujer? Ejercer soberanía sobre su propia vida, lo cual es un
hecho indiscutible”. CPE
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