“No avanza mucho quien conduce con la vista en el
retrovisor y la mano en el freno de emergencia”. Saguaro
Somos vulnerables y si algo nos garantiza esa condición
es que en el transcurso de nuestras vidas enfrentamos situaciones que sacuden
nuestros mundos. Algunas solo nos tambalean, pero otras nos hacen caer. La
magnitud del daño es un argumento en principio válido para no levantarnos de
inmediato, pero prolongarlo indefinidamente es no sólo cómodo, sino peligroso.
No lo discuto, hay cosas que pegan tan fuerte que la
sola idea de sobreponernos nos parece un mal chiste; situaciones en las que
parecería imposible superar el momento en que el cielo se nos cayó encima.
Tampoco pretenderé que sea fácil levantarse porque es innegable que entre el
trauma y la recuperación hay un buen trecho por recorrer.
Para levantarnos, sacudirnos el polvo y seguir adelante,
hay que sacar de abajo. Puede que él, ella, eso, esto o aquello nos haya
hecho añicos, pero somos nosotras (si nosotras) quienes elegimos sujetarnos con
uñas y dientes a algo que por horrible que sea, ¡¡¡YA PASÓ!!!
Así lo parezca por momentos, ¡no es imposible! Podemos
sanar, pero tenemos que quererlo. Para ello hacemos lo único que depende (y
siempre dependerá) de nosotras: soltamos. Un día estaremos listas para empezar
de nuevo, pero esta vez más sabias.
“Quizás porque veo una lección en todo, o
porque finalmente lo aprendí: hay cosas que no queremos que sucedan, que tenemos
que aceptar; cosas que no queremos hacer, que tenemos que aprender y gente sin
la que no queremos vivir, que tenemos que dejar ir”. Jennifer Jerau.
“Si sobrevives al
trauma, puedes sobrevivir a la recuperación”. Olivia Benson
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