“Soy una mujer que ama con su fuerza y no con su debilidad, que no huye
sino que se encuentra, y que no renuncia sino que se afirma, por eso el amor es
una fuente de vida y no un peligro mortal para mí”. Anónimo.
Amor, amor, amor. Ay de nosotras bajo ese poderoso
embrujo que es tan gratamente delicioso como peligrosamente intenso. Hay que
vernos a merced de esa euforia envolvente, estremecedora y a veces traicionera,
que apuesta por ponernos en evidencia, no importa cuánto nos esforcemos en
disimular.
Pese a ser el más complicado de todos, buscamos con
anhelo el de tipo romántico, que a diferencia de los otros amores y más allá
del deseo y angustia que en él experimentamos, nos abre las puertas al único
espacio en que pueden coexistir la pasión y el afecto. Lo buscamos porque la
intimidad con otro ser humano a tales niveles produce un bienestar incomparable
y una sensación de plenitud a la cual es muy difícil renunciar.
El amor no es tarea fácil, pero en su valor se justifica
el empeño (el buen empeño). Se requiere valentía para luchar por él y también
sensatez para saber cuándo renunciar para no rompernos en mil pedazos en el
esfuerzo vano de convertir en correcta la causa errada.
Y digo yo que si, ¡qué viva el amor!, pero siempre y
cuando sea de los buenos. Si no lo es, mejor que se muera bien muerto.
“Está demostrado que si una mujer no se va cuando es la
hora de irse, la fina grieta de su alma/psique se convierte en un barranco y el
barranco se convierte en un impresionante abismo”. CPE
“Bendito
el desamor que le llega a los mal
casados, a los mal emparejados,
a los que hacen daño en nombre del amor”. Walter Riso
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