¿Quién eres? Es una pregunta tan simple
como inesperada y apenas la escuchamos sonreímos y pensamos "es pan
comido". Aún así, tras nuestra reacción inicial, solemos dar
paso a la perplejidad porque ¿cómo decirle a otro quien soy cuando le
tengo miedo a la respuesta? En medio de la turbación, tratamos de
concentrarnos sin mucho éxito e invariablemente: balbuceamos, nos quedamos en
blanco, pedimos tiempo para contestar más adelante, o cambiamos de tema.
Seamos honestas, todas sabemos perfectamente quienes somos, pero nos
inquieta la reacción y posible repercusión del interlocutor. Nos mortifica
parecer excesivas, mínimas o inadecuadas. Nos aterra resultar
"insuficientes", lo cual es una perfecta tontería.
Tenemos derecho a ser como somos, que nadie nos convenza de lo
contrario. Aún si no nos agradáramos, podemos esforzarnos por ser mejores
y establecer las mejores relaciones posibles con las peores partes de
nosotras mismas.
Nuestros nombres son un buen punto de partida. Podemos asociarlos a
nuestras características fácilmente identificables, al tiempo
que pensamos como nos sentimos respecto a ellas. Si practicamos
lo suficiente, podremos definirnos con seguridad y hasta cierto
orgullo. Por ejemplo:
YO SOY MARIA: UNA FUERZA DE LA NATURALEZA
SOY REBECA: PASION Y DULZURA
SOY ALEJANDRA: PAZ Y ARMONIA
SOY LUZ: ENERGIA Y LIBERTAD
El límite es el universo y nunca nadie podrá decir mejor que nosotras
mismas quienes somos. Como siempre habrá quien lo intente, pero es
recomendable ignorar a aquellas personas que pretendan definirnos de formas
restrictivas.
"Una verdadera mujer solo se pertenece a sí misma, poderosa, contenida
e inalcanzable, todo en su justa medida". CPE.
Me ha gustado mucho el artículo...Nunca me había formulado esta pregunta.
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