“¿Qué tanto es
tantito?”. Pedro Infante
Aunque establecer
límites suela ser engorroso, impera que sepamos señalarlos y defenderlos. Ellos
constituyen nuestra primera línea de defensa ante los intentos y pretensiones
ajenas (conscientes o no) de que aceptemos lo que no nos conviene.
La razón por la que
solemos renunciar a tan preciado derecho, es que estamos peligrosamente
habituadas a que a golpe de razonamiento, labia o fuerza se nos quieran imponer
situaciones que son contrarias a nuestro bienestar, y a que si nos mostramos
renuentes a quitar la marca, se nos tilde de duras o malas (por citar las palabras
menos ofensivas).
Pero a ver, ¿qué
sentido tiene andarse con miramientos y consideraciones con quienes a propósito
apuntan a lastimar o aprovecharse de nuestra persona de alguna manera? ¿Qué
tiene de bueno aguantarse y amadrinar las acciones de quienes ‘sin intención’
proceden de igual modo? En ambos casos el resultado es el abuso y aunque sobren
argumentos, no estamos obligadas a aceptar. Si intentan explotar nuestra
nobleza, ¡defendámonos!.
Poner los límites
adecuados implica dos cosas: (1) sinceridad sobre nuestro sentir respecto al
planteamiento y (2) superar el miedo a hacernos escuchar. No es necesario
gritar, armar cantaletas, ni lanzar cosas, pero si comunicar nuestra
perspectiva del asunto. Que no quieran escucharnos, intenten ridiculizarnos o
forzarnos a aceptar, es señal inequívoca, no de que hay que claudicar, sino de
que definitivamente el negocio no
conviene. Nunca es tarde para enmendar la situación, ni siquiera cuando ya
nos hemos dejado poner donde no queríamos, porque siempre podemos recurrir al
maravilloso y liberador: ¡basta ya!
No es cuestión de ser
irascible, pero sí de ser justas con nosotras mismas, de ejercer el derecho a
negarnos a lo que sabemos nos puedes perjudicar (porque en el fondo lo
sabemos). Nuestra capacidad de rechazarlo es una saludable expresión de poder.
Un buen límite se
traduce en sensato auto-amor, no en tozuda inaccesibilidad. Importante: se vale
ignorar las pataletas y quejas de aquellos
a quienes no les permitimos salirse
con la suya.
“En muchos casos lo que hace falta para enderezar una
situación es que nos tomemos a nosotras, nuestras ideas y nuestras aptitudes
mucho más en serio de lo que hemos venido haciendo hasta el momento”. CPE
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿Qué opinas de este artículo?