Añadir leyenda |
“Los
bomberos no se pisan la manguera”. Esta jocosa expresión es la respuesta que
dan muchos hombres cuando alguien les formula preguntas delicadas sobre la vida
de otro. Con ella dejan saber su apego a un código de amparo masculino que no
necesitó ser escrito para ser acogido por la mayoría. Esto es un excelente ejemplo
de respeto. ¡Como me gustaría que
nosotras decidiéramos poner en práctica ese tipo de complicidad! Y no me
refiero a un pacto de encubrimiento mutuo, sino a uno que promueva lo que tanta
falta nos hace: solidaridad con la causa.
Me resulta
indignante la ligereza con que muchos hombres se expresan despectivamente de
nosotras y es más bien penoso cuando quien lo hace es, nada más ni nada menos
que, una mujer. Y es que, en el intento de parecer “mejores” que aquellas a las
que despellejamos, no nos damos cuenta de que atacando a una perjudicamos a
todas (atacante incluida).
La verdad
sea dicha, salvo poquísimas excepciones, somos más mordaces y despiadadas que
los hombres a la hora de despotricar contra aquellas con las cuales compartimos
género. Y la actitud no se limita a lo que consideramos la evaluación de un mal
comportamiento, pues muchas veces son también mujeres las más ardientes
detractoras de las que se atreven a romper el molde en cualquiera de los espacios
que tradicionalmente se han considerado de privilegio masculino.
La solidaridad de género es
una propuesta que invita a que respetemos a las demás, incluso cuando nos sea
imposible identificarnos con ellas. No es tan difícil si nos tomamos un momento
para pensar en que respeto es lo mínimo que queremos cuando somos nosotras el
blanco de ataque.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿Qué opinas de este artículo?