Solemos confundir edad cronológica
con tiempo vivido. Lo cierto es que, sin importar cuantos días o
años pasemos sobre esta tierra, lo único que podemos contar como vida
son los momentos que hemos pasado en el presente. Aquello
que haya sucedido o que pueda suceder, aún amargue nuestro corazón o lo
desborde de alegría, solo existe en nuestras mentes.
La vida sucede justo en el aquí y el ahora (el momento entre lo
que fue y lo que puede ser); en el hoy, no en el ayer (el cual no
podemos cambiar), ni en el mañana (el cual no podemos saber).
Es bueno recordar para atesorar lo bueno y no repetir lo malo. También
vale que nos preparemos para lo hermoso y lo desagradable,
pero se escapa de lo saludable emplear demasiado tiempo reviviendo
una y otra vez situaciones pasadas que ya no podremos cambiar, o adelantándonos
a un futuro que no es posible conocer hasta que llegue convertido en ahora.
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